35 años de la riada del Piraí

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La riada del Piraí en 1893 provocó que los gobiernos de turno elaboren un plan de emergencia para reubicar a 3.000 damnificados de la zona oeste de Santa Cruz, que perdieron sus viviendas.
En aquel entonces, el lado sur de Santa Cruz estaba poblado hasta el ingenio azucarero San Aurelio, siendo El Trompillo, El Pajonal y Polanco los últimos barrios de la capital, que sobrepasaban hasta el cuarto anillo. Siguiendo el camino de tierra (avenida San Aurelio y Paurito), por donde partieron a Paraguay los soldados bolivianos que lucharon en la Guerra del Chaco, la primera comunidad era el Palmar Viruez, distante a unos 15 kilómetros de la plaza principal.
Por lo tanto, desde el ingenio San Aurelio hasta El Palmar solo había pampas y curichis, donde habitaban unas cuantas familias dueñas de las propiedades.
Agustín Gutiérrez era el dueño absoluto de la parte central donde se asentaron en carpas los primeros pobladores del Plan 3.000, que luego por ordenanza municipal pasó a denominarse ciudadela Andrés Ibáñez.
En la zona sur de la Cañada, que hoy se la ha dividido en Cañada Pailita y Cañada El Carmen, vivía la familia Arandia, mientras que los terrenos del norte correspondían a Salatiel Suárez.
El lugar era conocido como El Chipeno, y que en la actualidad pertenece a los populosos barrios Suárez y San Agustín, donde se encuentra El Castillo construido por dicha familia.
Ahora el distrito 8, que corresponde al Plan 3.000, tiene más de 400 mil habitantes y 1.500 manzanas urbanizadas.
Los damnificados de la riada cuentan que cuando llegaron al Plan 3.000 no tenían agua ni luz durante tres meses, tiempo en que vivió debajo de unas carpas con sus cinco hijos hasta que le repartieron los lotes.
Los damnificados fueron reubicados a aproximadamente ocho kilómetros del centro de la ciudad, en una zona donde solo había pampas y curichis.


Según la Cooperativa de Agua Potable y Alcantarillado Sanitario Plan 3.000 (Cooplan Ltda.) fue Defensa Civil, la que proveyó de agua potable en cisternas y tanques de plástico a los damnificados.
Después Cordecruz perforó el primer pozo que funcionaba con un motor a diésel y se instalaron cuatro grifos en los cuatro puntos cardinales, llegando incluso a venderse turriles con agua a Bs 10, los cuales eran comprados a Bs 1en Cooplan, y antes eran regalados.
José Luis Ayala, profesor e investigador cultural, recordó que en la plaza El Mechero había un viaducto que siempre tenía una mecha encendida, por eso su nombre.

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