La Copa Mundial Rusia 2018 de la FIFA concluyó con muchos puntos a favor en cuanto a comparaciones con los torneos anteriores y también con el sello de haber sido la tumba de varias selecciones favoritas al título y que llegaron a quedar eliminadas, sorpresivamente, incluso en la primera fase.
A la hora de los balances, fuera de la cancha se recordará que Rusia tuvo un Mundial libre de tumultos y revoltosos, como se vio en Brasil 2014, donde miles de jóvenes protestaron en diversas sedes contra los gastos millonarios en estadios y llegaron a quemar vehículos y bloquear avenidas durante las manifestaciones. Tampoco hubo peleas a cargo de los temidos “hooligans”, hinchas violentos cuyo ingreso fue bloqueado.
En el plano económico, Rusia 2018 tiene por un lado el dudoso título de haber sido el Mundial más caro de la historia (se habla de 14 mil millones de dólares, cuatro mil millones más que el anterior certamen) pero a la vez finalmente dejó un superávit, aunque fuera mínimo, a diferencia de las ediciones de Brasil 2014 y Sudáfrica 2010 que arrojaron números en rojo para los países anfitriones.
En la cancha se paseó la eficiencia sobre la improvisación, lo colectivo sobre lo individual. Eso puede explicar el predominio de selecciones europeas sobre las sudamericanas en las instancias finales.
En esta Copa del Mundo predominó el ensayo, la táctica, al extremo que casi la mitad de los goles llegaron en jugadas a balón parado. Y eso es una asignatura en la que los del Viejo Mundo nos llevan ventaja. Sudamérica también va cediendo ante los europeos por motivos ajenos a la cancha, como la corrupción en filas directivas, el descuido en la formación de nuevos valores y la temprana exportación de potenciales astros.
Los capitaneados por Neymar (Brasil), Messi (Argentina), Suárez (Uruguay), Falcao (Colombia) o Guerrero (Perú) pretendían hacer la diferencia con la gambeta, con una genialidad, pero fueron desplazados por el juego de conjunto, por los movimientos en bloque, por la disciplina táctica y la contundencia para anotar.
Eso de la puntería fue una constante. Hubo partidos en que una selección (por ejemplo, Brasil) tuvo muchas opciones para anotar pero sólo aprovechó un par de veces, mientras su rival (por ejemplo, Bélgica) llegó menos pero al convertir todas sus oportunidades salió victoriosa.
La Copa del Mundo Rusia 2018 premió a los que dejaron de lado el espectáculo para priorizar el resultado. Por eso se impuso Francia. Merecidamente, con jugadores de gran nivel, pero sin llegar a deslumbrar ante la combativa Croacia. Este Mundial fue entretenido, con alto promedio de goles (2,7 por juego) y un invitado que al parecer llegó para quedarse: el VAR, la ayuda en video para los árbitros que evitó más de una injusticia, aunque sin desterrar la polémica, un ingrediente tan propio del fútbol como el balón.