Llegó a la Pampa de la Isla en 1977, fue una de las fundadoras del colegio Carlos la Torre y de Coopappi. Se dedicó a las labores domésticas y ayudaba a su esposo Isidoro Vargas en el faenado. Es una valiente mujer que a su edad se atiende sola.
La Pampa de la Isla nació hace 62 años y su formación surgió debido al descanso (pascana) que hacían los viajeros que venían de Beni, Puerto Suárez y de las provincias cruceñas Chiquitos y Guarayos trayendo ganado y en los carretones azúcar, jalea, carne seca, miel y otros enseres para ser comercializados en la zona.
Su nombre se debe a que era un inmenso campo raso cubierto por algunas islas, donde se criaba naturalmente la paja para alimentar a las vacas y elaborar colchones, allá por 1940, pero en 1950 llegó el ferrocarril y esa costumbre se perdió y desde el barrio Guaracachi los habitantes se fueron expandiendo a lo largo de la carretera a Cotoca, entonces empezó a convertirse en una zona atractiva para vivir, fue así como se fue poblando, surgieron las tejerías y posteriormente se fue transformado en una zona industrial por su cercanía con el Parque Industrial.
En 2008 se inicia la construcción de la doble vía a Cotoca y en 2012 se inaugura dando un impulso a su crecimiento que la sitúan en una de las ciudadelas más progresistas de Santa Cruz.
Una de sus primeras habitantes es Elicena Carvalho Moreno (106), que llegó de Santa Ana de Yacuma (Beni) con su esposo Isidoro Vargas, con quien tuvo ocho hijos, de cuales dos murieron muy pequeños y seis de ellos le dieron 30 nietos, 27 bisnietos y 26 tataranietos.
Isidoro y Elicena se vinieron de Santa Ana para que sus hijos puedan estudiar y llegaron a la Pampa en 1977, cuando todavía esta zona era una pascana para los viajeros.
Su esposo trabajó como sereno en el mercado Los Pozos y luego se dedicó al faenado de ganado. “Toda la familia se dedicaba a carnear reses, esto era puro camiones y mi esposo regalaba los menudos a los vecinos”, recordó Elicena que vive con su hija Jenny, Erwin, Katherine, Clemencia, Key y algunos de sus nietos.
“Aún recuerdo que todo era una pampa rasa y arenosa, la avenida Jenecherú donde vivo era un monte, en la esquina de mi casa donde vivían los Calizayas había un puquio que emanaba agua”, comentó Elicena que a sus 106 aún tiene momentos de lucidez, algunos dolores propios de la edad, pero no padece ninguna enfermedad grave, según su nieto Key Arza ella hace sola sus necesidades básicas y solo necesita ayuda para caminar.
“Mi abuela es lo mejor que nos ha podido pasar en el mundo, es un tesoro, una reliquia para nosotros, un ejemplo de trabajo, de matrimonio y de familia”, expresó Key que vive con Elicena y consiente sus caprichos.
“Ella come todo, le damos vitamina, la leche que le dan en el seguro de vejez casi no le gusta, pero la toma”, comentó Clemencia, otra de sus nietas que disfruta de su compañía, tanto es así que un tiempo se la llevó a vivir con ella a Argentina.
Elicena ha visto morir a tres de sus hijos, una de sus hijas fue asesinada por su sobrino allá en Santa Ana y su hija de 77 años fue atropellada por una moto en la avenida Jenecherú, situaciones que la dejaron muy afectada, pero ha sabido sobreponerse.
“Esta avenida es peligrosa, sobre todo en dirección de mi casa, hemos solicitado rompe muelles o reductores de velocidad a las autoridades pero no nos dan oída, no les interesa, ni porque vive una persona de avanzada edad, otra problema en la zona son lenocinios, hay muchos, toda la noche se escucha la bulla y el tráfico, pero nadie lo resuelve, ni porque hay centros educativos”, demandó Key que es chofer, pero está desempleado, mientras aparece una buena oferta se está dedicando tiempo completo a disfrutar de la ‘joyita’ que tiene en casa.