“El proceso de formación histórica de la Villa, en el contexto de los años 70, muestra a Santa Cruz de la Sierra que terminaba dentro del primer anillo. El flujo migratorio se basó en las políticas gubernamentales de desarrollo agro-industrial del oriente boliviano y trajó la carreterra Santa Cruz-Cochabamba para fomentar la integración del país. Santa Cruz se convierte en un espacio de atracción migratoria muy fuerte desde el occidente, pero además es una migración ciudad-ciudad y campo-ciudad, además de la migración del exterior. El desarrollo de la Villa implica una concentración de flujos migratorios, cercano al centro de la ciudad, que tenía características rurales en ese entonces. Y se genera una ciudad satélite, receptora de migración, no tan conectada con la lógica urbana cruceña, pero cambia en la década del 80 y la Villa asume una dinámica propia con un proceso de sincretismo cultural, que después, en la década de los 90, fue un referente en términos demográficos y representa la realización plena de ese sincretismo cultural entre lo andino, entre lo propio cultural cruceño y evoca la nueva forma de expresión cultural que se irradia luego en Santa Cruz. En términos políticos, la densidad poblacional de la Villa es importante cuando se trata de una elección, pero la Villa toma protagonismo a partir de los jóvenes y representantes que están empezando a tomar cuerpo y a asumir posiciones que no necesariamente representan los intereses de la macro ciudad de Santa Cruz de la Sierra, sino sus propios intereses”.