Las penurias que deben pasar los habitantes de la ciudadela Andrés Ibáñez cada vez que llueve se ha convertido en algo habitual y se refleja en la mayoría de sus calles de tierra con agua acumulada, donde el lodo hace que los micros no pasen y la gente, agrupada en una esquina, tenga que pelear un espacio en algún medio de transporte para llegar a su trabajo, a la universidad o al colegio, a esto se suma la basura que se amontona en microbasurales.
Es por ello, que para Omar Vega, presidente de la Asociación de Juntas Vecinales del Distrito 8, estos son los principales problemas del Plan 3.000 y que son muy difícil de resolver porque solo se cuenta con una retroexcavadora, una motoniveladora y una volqueta para más de 365 mil habitantes distribuidos en152 barrios.
“Nos quejamos sobretodo en épocas de lluvia, porque la mayor parte de las calles son de tierra, entonces la maquinaria que tenemos no abastece cuando hay problemas, tienen que trabajar a full. Además que cuando las calles están anegadas el carro que recoge la basura no ingresa a todos los barrios y estos desechos se acumulan, provocando malos olores y posibles enfermedades”, comentó Vega.
La otrora ciudadela donde con solo nombrarla provocaba en el receptor una sensación de inseguridad ya desapareció, si bien la delincuencia aún sigue, hoy la presencia de los efectivos policiales con la nueva Estación Policial Integral (EPI 8) y la tarea conjunta con los vecinos que se realiza hace varios años, está provocando que ese estigma haya disminuido considerablemente en el imaginario colectivo.
“Hemos trabajado muy bien con la Policía, conformamos algunos cuadrantes con los vecinos y hemos obtenido buenos resultados, esperemos que con el nuevo comandante sigamos esa misma línea”, destacó el máximo dirigente del distrito 8.
Vega continúa explicando con cierto orgullo la buena organización que tienen los vecinos del Plan 3.000 y destaca que solicitaron y gestionaron la construcción de cuatro unidades educativas que ya están aprobadas por el municipio, además de cinco canchas que se encuentran en plena edificación. “Los malvivientes han echado a perder las graderías que estaban construyéndose en las canchas, por eso estamos en vigilancia y hemos conversado con la empresa constructora. Ya se ha solucionado esa situación, aunque tenemos que estar atentos”, dijo el dirigente en una asamblea frente a los vecinos.
Pero, ¿ de dónde salió este dirigente?, el mismo Vega cuenta que llegó a Santa Cruz en 1994 desde Potosí, en primera instancia se instaló en el barrio 4 de Noviembre, donde comenzó a dar sus primeras muestras del manejo vecinal, agrupando a jóvenes en fraternidades para trabajar por la comunidad. Posteriormente se asentó en el barrio El Terrado del Plan 3.000 y fue durante una torrencial lluvia que inundó el barrio, donde hizo notar sus dotes de liderazgo, ya que con pala en mano junto a varios vecinos lograron abrir un canal provisional para que el agua salga de las calles.
Es así que desde 2012 se pone al mando de su barrio y desde hace dos años que preside la Asociación de Juntas Vecinales del Plan 3.000. “Estoy muy agradecido con Santa Cruz porque es una tierra bendita, de oportunidades, donde podemos emprender un negocio fácilmente”, dijo Vega.
El titular de las juntas vecinales del Plan 3.000 es hijo de mineros, tiene 44 años, está casado y tiene cuatro hijos, dos de ellos realizan sus estudios superiores y los otros están en el colegio. Y es que para él es muy importante la formación técnica e intelectual de las personas, por eso sueña con una ciudadela con muchos profesionales y que no solo se dediquen al comercio, que es una de las principales actividades de los vecinos actualmente.
“Queremos que los dirigentes inciten a sus bases que tenemos que ver más allá, para darles lo mejor a nuestros hijos, que no se queden dónde están, que sean profesionales, ahora hay oportunidades para salir adelante. Queremos que la ciudadela esté llena de profesionales bien organizados”, finaliza el dirigente vecinal.
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