La agrupación Manos Amigas Voluntarias tiene siete miembros activos, busca ser una fundación y tiene la convocatoria abierta para las personas que quieran sumarse a la ayuda social en los barrios más necesitados.
Vania Santistevan es la gestora y fundadora de la agrupación Manos Amigas Voluntarias que opera desde una acogedora vivienda de El Quior, para brindar apoyo a través de proyectos altruistas a los sectores vulnerables, como niños y jóvenes en situación de calle, personas con discapacidad y de la tercera edad.

COMPROMETIDOS • Vania Santistevan (en el medio) y los voluntarios Noelia Andrade y Adan Herbas, posan junto en la plaza El Quior, escenario de las actividades que realiza Manos Amigas Voluntarias
Desde pequeña Vania ya daba muestras de su sensibilidad y empatía por los más necesitados, gracias a los valores y principios que le inculcó su madre, Wilma Luisa Vargas, quien crió a sus hijas refugiadas en la religión católica.
“Heredé de mi mama ese activismo que no me deja estar quieta, la recuerdo de delegada de los padres de familia del colegio Germán Busch, del barrio Ferbo, Km 4 al norte, donde vivía antes de llegar a El Quior, haciendo kermés y otras actividades para recaudar recursos y hacer mejoras, como el piso, el palo del estandarte o reparar muebles, como también ligada a la Iglesia”, expresó Vania, quien dice que ese ejemplo la marcó para toda la vida y no puede ser indiferente ante las necesidades de los demás.
Además, la mamá de Vania la impulsó al arte, la cultura, el teatro y a la danza, siempre buscó escenarios, como el de Expocruz para que su hija desarrolle sus actividades en estos campos. “Haber participado desde pequeña en actividades masivas me ayudó mucho a formar mi personalidad, la cual es firme y segura, siempre supe cuál era el camino correcto para vivir una vida plena y de amor al prójimo”, expresó Vania, quien antes de fundar Manos Amigas Voluntarias colaboró con varios centros de ayuda, como el Hogar Teresa de los Andes.
Luego, con la experiencia adquirida y convencida que había nacido para ayudar, decide emprender pequeños proyectos altruistas por su cuenta, fue así que, junto a su amigo dueño de una salteñería, empieza a entregar para Navidad canastones y desayuno a los niños de los barrios del distrito 14.
También participó en retiros espirituales organizados por la Comunidad Betania que le ayudaron a sentir ese llamado del Señor.
Cuando Vania iba a clases de inglés, pasó por la vereda de la Iglesia Jesús Nazareno y vio como a diez hombres en situación de calle, entre ellos niños y adultos, no pudo pasar de largo y desde aquel día elaboró un proyecto Reconstruyendo vidas. “No quería llevarlos a la fuerza a un centro de rehabilitación porque luego se escapan, empecé a darle formación espiritual, de superación, higiene, hasta los inscribí a zumba y a campeonatos deportivos”, aclaró Vania, que quería que sus ayudados tomen la decisión de cambiar sus vidas por voluntad propia.
Vania cuenta que poco a poco estas personas fueron cambiando sus hábitos, se hicieron cortar el cabello, ahorraban dinero para bañarse en un alojamiento, incluso muchos de ellos son empleados por amigos de la fundación, por ejemplo, Adan Herbas que es arquitecto los contrata para que ayuden en albañilería”, recalcó la activista que dijo cosechar grandes frutos con su proyecto.
Entre los planes de la joven está hacer de la agrupación Manos Amigas Voluntarias una fundación legalmente establecida. “Somos siete miembros activos y nos sostenemos gracias a los aportes de familiares y personas amigas”, aclaró.
En época de pandemia Vania se montó hasta en un caballo para salir a buscar ayuda y preparar alimentos. “Logramos dar de comer en la olla común a más de 5.000 personas, fue un logro también del padre Roberto de la Iglesia de El Quior”, explicó.
Entre los barrios beneficiados con Manos Amigas está Laureles, La Fortuna, El Quior y las poblaciones guaraníes.
En época de Navidad realiza la campaña Por la sonrisa de un niño, la cual consiste en recolectar juguetes, este año entregó 800 a los niños del distrito 14.