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    Nicolás Castellanos llama a vivir una Navidad sin males

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    Los Belenes, en casa o en el templo, en las calles o en las plazas, en el hospital o en la cárcel, se levantan como signos, cargados de emoción y entrañamiento humano y de significados solidarios y transcendentes. Es la presencia de un niño, que revoluciona la historia y nos enseña a amar. Es como estrenar la nueva humanidad, poblada de mujeres y hombres nuevos.
    Los Belenes, memoria agradecida y recuerdo provocador del primer Belén, expresan la mejor teología, Enmanuel, Dios con nosotros y también compañero de camino; recoge las mejores esencias de la humanidad samaritana y nos provoca vivir una Navidad sin males.
    Y al montar el belén, en este año del 2017 soñamos la Navidad, la tierra sin males.
    Montar el belén nos sirve de excusa y motivo de encuentro para que no sigan sumando los desencuentros, y, se encienda una lucecita de esperanza, de vida, en estos tiempos recios, sombríos y duros.
    Necesitamos de buenas noticias: “Os ha nacido el salvador”, “Feliz portal, mansión de paz que alberga a Dios”.
    Agraciados en el hijo, nos sobrepasa el derroche de su gracia (EF. 1, 3-6). Y en consecuencia, debemos ser dichosos, felices y bienaventurados. Y si no lo somos algo no funciona en nosotros, en el entorno, en la sociedad, en la iglesia.
    Ahí está la sociedad “con males”. Reina un clima de desesperanza y falta de confianza en la política que se agrava con la crisis actual y las situaciones de penuria personal y familiar y de corrupción. Se intensifica aún más por las irregularidades y escándalos que padecemos.
    Un norte, amenazado, en crisis, insatisfecho, carente de sentido de vida y un sur, convulso que se desangra entre pobreza, drogas, corrupción, extorsión, injusticias.
    No conseguimos en “la aldea global” un mundo integrado, interdependiente, intercultural, interreligioso, con visiones nuevas, plurales, en un marco institucional democrático de las libertades y derechos fundamentales.
    ¿Por qué existe tanto miedo o vivimos asustado en un mundo que tenemos denominación de origen, el sello del Espírito Santo, la alborada de los nuevos signos de los tiempos y el impulso creador de las nuevas tecnologías? ¿Por qué nos puede la fiesta aburrida, vacía, del consumo, y no brilla la luz, la vida, la esperanza del recién nacido?
    El montar el belén y eso imaginario navideño con sus símbolos, mitos, ritos religioso, costumbres populares, solidarias, entrañables, sin evadirse del consumo, nos lleva a otro belén e imaginario social de las culturas más originarias: “El bien vivir en la tierra sin males”.
    “El bien vivir” era compartido por todos los pueblos originarios. Los pobres de la tierra intentaron, en otros lugares, La – Tierra- Sin – Males, que forma parte de su lucha y cultura.
    “La Tierra sin Males” pertenece a la mística Guaraní, es una especie de éxodo hacia esa tierra posible, una historia humana de igualdades comunitarias, de alegría compartida en fiesta, de esperanza ciertas, de un cielo y una tierra nueva, que el padre ha comprometido dar a sus hijos.
    Podemos hacer realidad, montar el belén y ese imaginario sociocultural de “Vivir bien en la Tierra sin Males”, concretado en una acción solidaria. Por ejemplo, evitar que mueran al año en Bolivia 14.000 niñas y niños por causas evitables. Feliz y solidaria Navidad.

    Nicolás Castellanos Franco Osa
    Obispo Emérito de Palencia

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