Lavar el vehículo a menudo es vital para mantener la pintura como el primer día. Lavarlo no solo cumple la función de que se vea limpio y bonito, sino que además cumple la misión indispensable de eliminar sustancias dañinas que se depositan sobre la pintura durante el uso cotidiano. Estas sustancias pueden ser excrementos de ave, restos de insectos, alquitrán del asfalto, gasolina, aceites e incluso sal procedente de algunas carreteras en invierno. Una exposición prolongada de la pintura a estas sustancias puede dañarlo de forma muy grave.
Para lavar el vehículo lo mejor es hacerlo a mano empleando los productos adecuados, como champús específicos para carrocerías y bayetas y toallas de microfibra que no dañan la pintura.
Después de viajes largos es muy recomendable lavarlo para eliminar la multitud de insectos que impactan en la parte delantera o la sal de la carretera que se proyecta en los bajos del vehículo en invierno.
Los intensos rayos del sol pueden ser muy perjudiciales para la pintura. Los colores que mas sufren son aquellos que son muy vivos, por ejemplo los rojos, amarillos o azules sólidos.
Los rayos ultravioleta afectan también al brillo de la pintura, por lo que exposiciones prolongadas provocan el matizado progresivo de la pintura del vehículo, por lo que hay que resguardarlo del sol.