Mi Casa, con sede en el Plan, tiene 15 años de fundación, asiste a 50 niños entre 4 y 12 años en situación y riesgo de calle, está al mando del potosino Rubén Quiroz que toca puertas para recaudar fondos y mantener la institución benefactora.a
En el barrio Vietnam del Plan 3.000, desde la calle se puede escuchar las risas, el ruido de los platos y el alboroto que arman los niños antes de compartir el almuerzo, que gracias a Rubén Quiroz, fundador de la fundación Mi Casa que gestiona recursos para dar alimento diario a más de 50 niños en situación y riesgo de calle.
Rubén Quiroz (41), cuando tenía 12 años huye a modo de aventura de su natal Potosí, donde vivía con sus padres y sus seis hermanos, se monta a un camión que llevaba cemento y se va hasta Sucre, luego a Cochabamba y en otro camión que transportaba verduras llega en 1994 a Santa Cruz e hizo de las calles de la exterminal de buses, su nueva morada.
“Después de vivir mucho tiempo en la calle, sufriendo frío, hambre y expuesto a los peligros de la ciudad, una señora que asistía a la Mansión me llevó al hogar Maranata, donde viví hasta mis 22 años”, recordó Quiroz, quien dijo que en las calles había muchos jóvenes que no consumen droga, que más bien cuidan a los más pequeños y lo instan a no consumir clefa, porque cuando consumen ya las personas no le alcanzan nada de ayuda, también hay otros que fuman marihuana y los mayores alcohol, hay de todo.
“La calle tiene sus normas y sus reglas, una de ellas es compartir la comida”, expresó Quiroz, que siempre tuvo claro que cuando sea grande ayudaría a todos los niños en situación de calle.
Quiroz cuando estaba en el hogar Maranata aprendió carpintería, música y artesanía, una vez salió a vender y se encontró con un primo que lo reconoció y avisó a su familia que se encontraba en Santa Cruz. “Después de 17 años me reencontré con mis padres, venían seguido a Santa Cruz hasta que decidieron quedarse a vivir acá por un tiempo, luego migraron a Argentina, mi padre ya murió”, relató Quiroz, que cuando estaba en el hogar acabó sus estudios escolares en un Cema y luego, gracias a una beca que le dio el rector de la Utepsa, estudió Marketing y Publicidad.
La directora del hogar Maranata fallece y entró otra directiva y el hogar se llamó Jesucristo Viene y solo para niños huérfanos.
Entonces, Rubén junto a siete de sus excompañeros, fundó Mi Casa, en 2006, primero funcionaba por Palmasola, en una casa cedida por Dircabi, pero luego la tuvieron que devolver porque no tenían personería jurídica.
Mi Casa abrió sus puertas con 90 niños en situación y riesgo de calle, por lo que tuvieron que alquilar un lugar hasta que todos los fundadores compraron un terreno y gracias a la señora Susana Martínez construyeron una casa, que es lugar donde funciona actualmente y cobija a 50 niños y niñas entre cuatro y 12 años, quienes reciben merienda y almuerzo, apoyo escolar y los más grandes aprenden hacer pan, trabajos en carpintería y artesanías. También de la Uagrm las estudiantes vienen hacer prácticas y le dan ayuda psicológica, además tienen un coro musical y se distraen cantando y aprendiendo, explicó Rubén, quien busca apoyo en la empresa privada y en las personas de buen corazón para sostener el hogar que tiene 15 años de fundación y ha asistido a más de 800 niños, la mayoría de ellos tienen una buena vida y son profesionales.
“Cuando los niños acaban el colegio y quieren seguir una carrera ya sea técnica o licenciatura, nosotros le damos apoyo”, agregó Rubén, que tiene el sueño de que Mi Casa pueda abrir sus puertas a más niños en situación y riesgo de calle.