Les llaman cruzadas porque pertenecen al Instituto Secular Cruzada Evangélica de la Iglesia Católica, María Luz Almendros y Lourdes Caro caminan por el hospital de bata blanca y con las enseñanzas de Cristo a flor de piel. La primera es ginecóloga obstetra y, la segunda, pediatra. Almendros inició la obra de crear un hospital en lo que hoy es la Villa Primero de Mayo siguiendo el pedido del fundador de la Cruzada Evangélica, el sacerdote español Doroteo Hernández Vera, que sintió la necesidad de socorrer en la maternidad a las mujeres de la zona y encargó esta misión a Almendros en 1964, quien creó el hospital de la nada y fue su directora por 37 años. Recientemente fue declarada Hija Ilustre de Santa Cruz por el Gobierno municipal. Desde hace un año, Lourdes lleva la batuta y sigue la misión de su mentora.
De España a Bolivia
En 1978, María Luz llegó a la Villa con su título de ginecóloga, graduada en España, iba y venía con su maletín donde le decían que había un parto, pero no tenía ni donde apoyarlo. Entonces, decidió trabajar en la maternidad Percy Boland para llevar los casos graves de parto en sus salas, por dos años. “No me convenció esa atención y volví a la Villa. Con la ayuda del padre alemán Rodolfo, hicimos el primer consultorio, la sala de parto y una sala con tres camas. Yo atendía los partos y el Dr. Adhemar Menacho, las consultas en medicina general. Así nació el hospital”, contó María, nacida en Cuenca (España).
Eso sí no olvidó nunca el encargo del padre Doroteo: “Atiende bien a las mujeres que vienen, vienen solas, con una bolsita negra con cuatro trapos. Debes ser la ginecóloga, la psiquiatra, la psicóloga y la amiga… y no sé si lo he conseguido”, dijo con humildad.
La filosofía del hospital es “atender a la gente bien y asistirla con dinero y sin ello”, expresa Almendros. A la pregunta de si el hospital se autosustenta, María Luz exclama “¡imposible! En cosas de por aquí y de por allá. Lo que más nos carga es la terapia intensiva, es cara y la gente, a veces, se va sin pagar, pero es un servicio que hay que tenerlo. De las autoridades, no hay apoyo, sí tendríamos que tener apoyo, pero nada. Yo estoy contenta porque el hospital seguirá si Dios quiere. El año pasado me dio un ictus, me atendieron en las tres horas, estuve 10 meses en España. Y bueno ves como Dios siempre ayuda”. Es partidaria de que todos tengan un seguro de salud porque la medicina es cara, y debe ser el Gobierno el responsable de esta tarea.
Almendros cree que el éxito se mide por un trabajo en equipo. “Yo no siento que he hecho el hospital, es todo un equipo. En el inicio, era la única ginecóloga, hoy son cinco especialistas. Había tres camas y ahora son 110. Contamos con cinco quirófanos y uno dedicado exclusivamente para partos”, sostuvo.
Hasta la inauguración oficial del hospital que fue el 1 de mayo de 1980, la infraestructura ha cambiado mucho y continúa en constante mejora.
Una vida ejemplar
María Lourdes Caro nació en Yotala, un pueblito de Sucre. Su primer contacto con la cruzada evangélica fue en su colegio católico, que había sido fundado por la institución.“ Cuando salí bachiller me planteé seguir la vida religiosa, yo quería servir a la comunidad y me interesaba hacer medicina”, contó María Lourdes.
En 1989, ya pertenecía a la cruzada evangélica, y su directora la envía a la zona de la Villa Primero de Mayo para realizar su año de provincia, esa experiencia fue una “maravilllosa labor social” para María Lourdes. Luego, fue médico en la labor asistencial en el Hospital Hernández Vera. Viajó a España y logró su especialidad y doctorado en pediatría, además de su especialización en neonatología. Se toma muy en serio las palabras del sacerdote Doroteo Hernández Vera: “Nos ha puesto esa premisa de que debemos formarnos lo mejor posible, para hacer el mayor bien posible y con mejor efectividad”.
“Son 21 años los que llevo trabajando en el Hospital Hernández Vera, junto a María Luz Almendros, y en estos años he visto un desarrollo en el barrio, en la situación económica que ha sido positiva. Considero a la Villa como mi segunda casa y su gente mi segunda familia”, sostuvo.
Como directora y jefe de docencia de internos, su trabajo es de 24 horas, de la oración en la capilla al quirófano o consulta médica. “No me desvinculado de mi pasión, yo fundé el servicio de neonatología y sigo haciendo informes y ayudando”, finalizó.