Tiene una mirada y una sonrisa que desprenden empatía. Está siempre para apoyar a sus vecinos. Es madre del reconocido futbolista ‘Leíto’ Zabala que triunfa en Santos, de Fernando que es estudiante, de Alejandra y Dalimar Guzmán, quienes fortalecieron la cultura y la belleza, cuando organizaban el Miss Ciudadela Andrés Ibáñez.
Orgullosa de vivir en el Plan 3.000 desde hace 28 años, así se siente Sonia Zeballos (50) que llegó al barrio Copacabana cuando tenía 23 años con su mamá y sus dos hijas: Alejandra y Dalimar Guzmán, quienes representaban su fuerza de emprender una nueva vida llena de propósitos y desafíos.
Sonia cuenta que fueron muchas las voces que le decían que cómo podía ser que se traslade del barrio Santa Rosita, que está entre las avenidas Piraí y Roca y Coronado, al Plan 3.000, una zona estigmatizada en aquel entonces como peligrosa y roja. Pero, no escuchó a nadie y decidió mudarse.
“Era de héroe vivir en el Plan 3.000, allá por 1995, no había transporte, las calles eran arenosas, vivía con mi madre y mis hijas en una casa que no tenía barda, nos protegían unos alambres, pero nunca nos pasó nada, fuimos acogida por los vecinos con mucho cariño, tanto fue así que llegué a ser presidenta del barrio, por lo que pude gestionar obras y mejorar las condiciones de vida del vecindario”, destacó.

En su condición de presidenta del barrio participó en un proyecto para proyectar el crecimiento del Plan 3.000 a diez años, en cuanto a infraestructura pública, salud y educación, entre otros, indicadores sociales.
Actualmente, Sonia vive en el barrio Rosa del Rodalí junto a su esposo Jaime Zabala y tres de sus hijos porque Leonardo ‘Leíto’ Zabala es un exitoso futbolista, cuyo talento surgió de las canchas del Plan 3.000, luego fue parte de la Tahuichi y pasó al proyecto Bolivia 2022 del español Jordi Chaparro, que confió en la capacidad de su hijo y gestionó su incorporación al equipo brasileño Santos, en el cual hará su debut en la primera división. “Crean en sus hijos, nunca pierdan la fe, no escuchen malos comentarios, como Leíto era gordito me decían que estaba perdiendo tiempo, pero ni él ni yo nos desanimamos, mi madre lo llevaba a los entrenamientos, yo iba los fines de semana porque trabajaba”, recordó Sonia que ahora se siente satisfecha de los logros de su hijo que también ha sido parte de la Selección Nacional de Fútbol, además en un futuro tiene ganas de potenciar y apoyar a los talentos que surjan en los barrios.
“Leíto se iba a entrenar llueva o truene, desde niño le gustó el fútbol, todo lo que veía lo pateaba, un día le dije que él era el responsable de cumplir sus sueños, que si el profesor le decía que de 50 vueltas, las haga, que no se autoengañe y cómo me reclamaba por qué yo no iba a sus entrenamientos entre semana, le dije que estaba trabajando y no podía, que si los otros niños viajaban a campeonatos era porque tenían posibilidades y que no se compare”, recordó Sonia con lágrimas en los ojos porque quería reflexionar a su hijo y así fue, Leíto cumplió sus sueños gracias a él mismo, a su empuje y determinación.
Sonia siente que le ha dado al Plan 3.000 buenos hijos, pues Alejandra es médico y Dalimar es una destacada comunicadora social y Fernando está estudiando Marketing, todos orgullosos de su ciudadela.
Sonia desde donde trabaja siempre piensa en el Plan 3.000, fue parte del primer censo que hizo la Udabol, el cual arrojó importantes datos, en ese entonces ya había 200 mil habitantes.
Actualmente trabaja en la Fundación CRE, como directora de Desarrollo Cooperativo, por lo que es la encargada a nivel departamental de las brigadas médicas solidarias, las cuales se realizaron el año pasado, atendieron 40 médicos, se entregaron medicamentos gratis y durante la pandemia Covid-19, la cooperativa apoyó a las ollas comunes y a las panaderías.
Sonia es una valiente mujer que superó un cáncer, por lo que está agradecida con la vida, con la gente que en 2008 confió en ella y la propuso como candidata a diputada uninominal por Podemos, cuya votación fue alta, perdió con poco margen del primer lugar.
“En realidad no perdí, gané. Así pienso, porque conocí de cerca las necesidades de los barrios y recibí el cariño de mis vecinos”, ponderó Sonia Zeballos que se declara enamorada del Plan 3.000, sentimiento que siempre transmitió a sus hijos.
